viernes, 22 de diciembre de 2017

EL FLUIR EN LA EXPERIENCIA…

Buscando comprender el fluir he descubierto que he tenido experiencias “Autotélicas”y que ha habido momentos de mi existencia en los cuales he fluido magistralmente…Una experiencia “Autotélica” ¿qué es?  Dice Mihaly Csikszentimihalyi en su libro “El fluir”   que en su raíz etimológica, la palabra autotélica viene de los vocablos griegos auto y telos que significan, respectivamente, “en sí mismo” y “finalidad”. Una experiencia autotélica es aquella en la que la recompensa obtenida se deriva del mismo acto de realizar la actividad. Es decir, la atención de quien la experimenta se centra en la actividad en sí misma y no en sus posibles consecuencias.
En una situación así, la energía psíquica trabaja para reforzar la personalidad en lugar de perderse en unas metas extrínsecas y el resultado inmediato es una sensación de disfrute y realización. Por esto, las experiencias autotélicas no están garantizadas por la presencia de ciertos factores exteriores, sino que responden prioritariamente a la disposición interna de la conciencia para evitar la ansiedad y el aburrimiento, poniendo orden en el caos de la mente”.
Dice así mismo que lo que nos duele no es lo que sucede, sino lo que nosotros pensamos acerca de lo que sucede; a este respecto señala lo que Marco Aurelio sentenció hace ya muchos siglos: “Si te sientes dolido por las cosas externas, no son éstas las que te molestan, sino tu propio juicio acerca de ellas. Y está en tu poder el cambiar este juicio ahora mismo”. De igual manera, la experiencia óptima, aquella que disfrutamos por ser un fin en sí misma, es un proceso que ocurre en cada persona y que no depende de lo que sucede en el mundo, sino de la forma en que ese individuo lo asimila.
Hice el recorrido en retrospectiva a mi existencia y pude darme cuenta de aquellas cosas que hago en las que fluyo de manera magistral, esos momentos en los que experimento mayor disfrute y realización y que tienen que ver con unas características que independientemente de quien sea la persona; desde un empresario, un escolar, una ama de casa o un joven deportista la descripción de lo que sienten cuando viven una experiencia de este estilo es sorprendentemente parecida.
Fue al leer esos descriptores que descubrí mis experiencias autotélicas! Las parafraseo ahora:
1-     Desafío que requiere habilidades. el disfrute en una actividad llega a su punto máximo cuando los desafíos están en justo equilibrio con las habilidades personales. El disfrute sólo aparece cuando se logra el punto medio entre el aburrimiento y la inquietud. Esto explica por qué las actividades de flujo conducen al crecimiento y al descubrimiento; nadie puede disfrutar haciendo lo mismo durante mucho tiempo. Generalmente estamos agregando valor a lo que hacemos, para sentirnos diferentes, es por ello que nos volvemos especialistas y volvemos arte aquello que sabemos hacer.
2-     Concentración y enfoque. Cuando la atención está completamente absorta en una actividad, lo que la persona está haciendo llega a ser algo espontáneo, casi automático, y el protagonista deja de ser consciente de sí mismo como un ser separado de lo que hace. Por eso muchos describen la experiencia como un estado de flujo, en el que la mente discurre libre y armónicamente. En la medida en que la atención está completamente dirigida a la acción que se realiza, la persona alcanza un altísimo grado de concentración en un campo muy limitado y concreto de atención. Es aquí cuando el hacer se funde con el ser y lo que uno está haciendo habla tan alto que la gente se conecta con uno fácilmente de manera auténtica y genuina!
3-     Metas claras. Las metas aparecerán claras cuando sepamos hacia dónde queremos ir sin que necesariamente sepamos cómo es que vamos a llegar, nos permitimos fluir en la certeza de que alcanzaremos lo propuesto, el cómo será el altísimo, el universo, la energía el misterio quién lo irá guiando. Dice el libro del fluir a este respecto que en el caso de los artistas se da una situación particular. A pesar de saber que quieren pintar un cuadro, componer una canción o escribir una historia, sus metas siguen siendo bastante difusas y sólo se van definiendo en el transcurso de la actividad creativa. Pero según lo detectado en este estudio, las actividades que llevan en su propia esencia el libre espacio de la improvisación, sólo llegan a disfrutarse cuando sus protagonistas son capaces de ir construyendo las reglas y las metas sobre la marcha. Y así como el pintor va definiendo con cada trazo su objetivo final, así mismo los músicos de jazz van dándole un cauce definido a una improvisación musical. Me queda claro con esto lo valioso y complejo al mismo tiempo que es la improvisación.
4-     Directa e inmediata retroalimentación. Tan cierto como que la sensación de estar haciendo algo bien es uno de los componentes de la experiencia óptima, lo es el hecho de que todas las personas son capaces de afinar su atención para percibir las señales de éxito o aprobación de formas que a otros les resultan invisibles. Hasta el psicoanalista puede encontrar retroalimentación continua en los gestos, palabras o actitudes de su paciente, e incluso el artista que compone en solitario puede tener indicios de que su obra está bien realizada.
En realidad, el tipo de retroalimentación que se reciba es irrelevante: lo importante es poder tener la sensación de que la tarea o actividad se está haciendo bien, porque sentir que se ha tenido éxito en alcanzar la meta crea orden en la conciencia y fortalece la estructura de la personalidad.
Creo a este respecto que uno sabe que está haciendo bien las cosas porque la conciencia ya le ha dado orden, y uno sabe muy profundamente que va bien, porque va siendo dirigido por una fuerza que es superior a uno.
5-     No hay espacio para otras informaciones En los momentos de flujo la atención excluye toda la información que ocupa la cabeza y que no es de utilidad para lo que se está realizando; las preocupaciones de la vida ordinaria quedan excluidas de la mente. Es como si la persona, mientras se mantiene la actividad, desconectara su memoria y alejara la entropía poniendo orden en su mente y olvidando los aspectos desagradables de la vida. Digo que se vuelve una meditación en movimiento en donde no hay lugar para otra cosa en la mente que el momento presente y lo que se realiza en el instante.
6-     Un sentimiento de control personal sobre la situación o actividad toda experiencia de flujo involucra la sensación de tener el control o la falta de preocupación por perderlo. De hecho, dicha sensación de controlar la entropía explica también por qué las actividades de flujo pueden ser tan adictivas y por qué, por ejemplo, tantos ajedrecistas vuelven la espalda al “desorden” del mundo real. Si bien algunos consideran que los juegos de azar constituyen una excepción a esta regla, lo cierto es que el disfrute de estos jugadores está íntimamente ligado a la sensación subjetiva de que controlan el destino y de que sus habilidades juegan un papel importante en el resultado. Ciertamente la sensación de control sobre lo que se está haciendo es tan alta que el miedo desaparece en su totalidad.
7-     Pérdida del sentimiento de autoconciencia Cuando se experimenta la sensación de flujo, desaparece de la conciencia algo a lo que comúnmente dedicamos mucha atención: la propia personalidad. Muchas personas describen estos episodios diciendo que es como si no tuviesen ego, y como las demandas del “yo” consumen continuamente una elevada cantidad de energía, el liberarse de ellas deja el camino libre para que la atención se dedique a otros fines. Paradójicamente, cuando logramos olvidarnos de quién o de qué somos, podemos expandir aquello que somos. La experiencia óptima permite así una forma de trascendencia, pues al perder momentáneamente la personalidad, sobrepasamos el propio yo, que podrá emerger con más fuerza tras la experiencia vivida. Este fenómeno, adicionalmente, suele venir aparejado a una sensación de fusión con el entorno que, según el caso, puede estar configurado por la montaña, el mar, el colectivo de personas con el que se realiza la actividad o cualquier otro componente del cosmos. He llegado a experimentar que es cierto aquello en mi oficio de educar, que no tengo nada que enseñar a nadie, creo firmemente que cada quien se constituye en su propio maestro y que uno termina siendo solo un puente para que los otros puedan descubrir dónde está su propio guía y cómo aprende de si mismo lo que necesita para transitar su camino.

8-     Distorsión del sentido del tiempo Durante el disfrute de la experiencia autotélica, la dimensión objetiva del mundo externo se vuelve irrelevante, y la percepción subjetiva de la experiencia temporal se ve alterada. Por eso muchas personas afirman que el tiempo parece pasar más rápidamente, mientras que otros, como un bailarín de ballet describiendo un complicado giro que dura menos de un segundo en tiempo real, afirman que los segundos pueden llegar a durar eternidades.

martes, 25 de julio de 2017

LA DEMOCRACIA Y LA CULTURA MATRÍSTICA

Soy de las que piensa que cuando impactamos los dominios que nos constituyen como seres humanos, el pensar, el emocionar, el actuar o lo espiritual algo comienza a suceder en nosotros, algo comienza a moverse, a cambiar, a transformarse... Hoy en el contexto en el cual vivimos los venezolanos el llamado es a cambiar... No podemos ya seguir indiferentes ante lo que nos ocurre, cada uno de nosotros desde su espacio ya comienza a generar acciones orientadas hacia aquello que nos está haciendo falta...Desde mi espacio de educadora por vocación y en mi intención de impactar sus pensamientos, hoy les ofrezco el artículo de un Diálogo publicado por la revista Uno Mismo en su Nº 20. con el Dr. Humberto Maturana titulado como se enuncia.

No es imposible. Pero sí podemos intentar una convivencia basada en el respeto, en la colaboración, en la conciencia ecológica y en la responsabilidad social. Y el camino para lograrlo es la democracia. Los grandes valores, los grandes ideales de justicia, paz, armonía, fraternidad, igualdad han nacido de la biología del amor y son los fundamentos de la vida en la infancia. Maturana piensa que estos valores son propios de la experiencia de la educación basada en la cultura matrística que recibe el niño en su infancia, fundada en el respeto, la cooperación, la legitimidad del otro, en la participación, en el compartir, en la resolución de los conflictos a través de la conversación. En la vida adulta debemos negar todos estos valores, pues encontramos una cultura opuesta: la cultura patriarcal, fundada en la competencia, en la apariencia, en la negación del otro, en la lucha, en la guerra, en la mentira. Y es esta contradicción la que genera la pérdida de esos valores de paz, armonía, fraternidad y justicia. Al mismo tiempo, el hecho de vivir añorándolos, el hecho de que podamos imaginar una sociedad basada en una convivencia fundada en el respeto y en la justicia nos hace querer recuperarlos. El gran error que se comete es pretender que coincidan o coexistan en condiciones culturales que se niegan mutuamente. Al producirse el encuentro entre ambas culturas, la patriarcal somete a la matrística. Pero ésta no desaparece del todo. Permanece en la relación materno-infantil. Ésa es la razón de que hoy vivamos una cultura matrística en la infancia y una cultura patriarcal en la vida adulta, lo que significa vivir lo masculino y lo femenino en conflicto permanente. Éste es el motivo de que los problemas de nuestra cultura sean de contradicción entre los valores de la infancia y los de la vida adulta. Es vivir lo masculino y lo femenino como si fueran intrínsecamente opuestos. Esto indica que nuestra cultura surge de contradicciones y se mantiene aún en contradicciones. Pero yo pienso que sí puede generarse una cultura que no esté centrada en la guerra, en la competencia, en la lucha, en la imagen, en la negación mutua, sino en el respeto, en la colaboración, en la conciencia ecológica y en la responsabilidad social. Eso sí es posible. En este sentido creo que la democracia es una forma de cultura neo matrística, un modo de vida que rompe con el patriarcado, pues se fundamenta en el respeto, en la colaboración, en mirar al otro como un legítimo otro en el espacio de convivencia. Es una cultura que puede solucionar los conflictos no a través de la lucha, sino en la conversación, la conspiración, en un proyectar de un quehacer juntos, que es por lo demás lo que constituye la constitución de cualquier país, que es un proyecto de convivencia. Por esto, la democracia como cultura neo-matrística debe estar centrada en la armonía de la existencia, no en la lucha. Esto implica también romper la tradición patriarcal de negación y subordinación de la mujer, lo que al mismo tiempo libera al hombre de ser el dominador y explotador de la mujer. Esto también es una trampa en la que los hombres están atrapados: dominar a los hombres y luchar contra ellas. La lucha no pertenece a la democracia. La lucha constituye al enemigo. En la lucha hay vencedores y vencidos. Pero el enemigo no desaparece. El derrotado tolera al vencedor en la espera de una oportunidad de revancha. La tolerancia es una negación del otro suspendida temporalmente. Las victorias que no exterminan al enemigo preparan la guerra siguiente. El secreto para lograr la armonía está: en el respeto del otro como legítimo otro en la convivencia y en el respeto por el mundo natural, en términos de tomar esa conciencia ecológica que nos haga ver claro que la destrucción de nuestro hábitat significa también nuestra propia destrucción.

Abandonar prácticas sociales institucionales para crear una nueva manera de ser institucional!


He estado muy de cerca en algunas de las instituciones del estado, por decir las más grandes e importantes para el  país  y debo decir que desde hace más de un año he venido validando en el trabajo con la gente que, requerimos asumir un modelo de comportamiento orientado a la  participación  que genere altos niveles de responsabilidad. Es necesario abandonar las prácticas orientadas a buscar culpables de lo que no funciona,  a cumplir con lo planeado y que lo extraordinario no se engulla lo que se ha prospectado, que comencemos a observar los comportamientos reactivos (agresivo/pasivo) que asumimos frente a lo que ocurre en la organización, en las empresas, en las comunidades y en la calle por comportamientos proactivos, que cultivemos el liderazgo situacionalmente, que dejemos de gerenciar lo negativo del equipo que nos acompaña y trabajemos con sus talentos, que despertemos nuestras cualidades y virtudes para influir positivamente a la gente y hagamos que decidan acompañar nuestra gestión por elección y no por imposición y porque reconocen nuestra competencia para hacer el trabajo, que abandonemos el modelo de obediencia y sumisión desde ese liderazgo puramente autocrático y aplastante donde el respeto por el otro, su pensamiento y su sentir  no aparecen, que trascendamos el modelo gerencial de la orden y el mandato sin cuestionamiento, que seamos capaces de defender nuestro punto de vista con argumentos de manera respetuosa sin creernos dueños de la verdad, que superemos el egoísmo que nos conduce a la miseria y a la pobreza y que podamos crear una patria en valores que sean visibles a través de nuestra actuación.

Todo ello requiere que hagamos cambios en las prácticas sociales que han constituido la cultura perversa en la que estamos, que tanto cuestionamos y de la que somos responsables directa e indirectamente, por declaración o por omisión, es el resultado de lo que hemos hecho pero también de lo que hemos dejado de hacer. Comenzar a cambiar requiere voltear la mirada hacia adentro de nosotros mismos y respondernos con toda sinceridad ¿Quiénes hemos sido? ¿Quiénes somos? Y ¿Quiénes queremos ser? Como dice, para nuestra reflexión uno de los estudiosos brillantes de la planificación, el Chileno Carlos Matus “¿Nos arrastran o conducimos? Porque hoy vivimos lo que antes fue futuro. Y todos los problemas que están ahora ante nuestra vida pudieron ser evitados o resueltos. ¡Pudimos conducir y fuimos conducidos hacia donde no queríamos! ¿Yo gobierno mi destino? ¿Mi país  gobierna su destino?”

Y es que para gobernar nuestro destino es necesario despertar y ser valiente para mirar lo que yace dentro en lo profundo, sin cuestionamiento ni lucha y si con valiente gallardía para aceptar, comprender, perdonar y actuar mejor y diferente y comenzar a dar los pasos de quien se ha asumido desde la autonomía y legitimidad en su manera de ser y actuar. Entendiendo quien ha sido, quien es y en quién quiere convertirse; es nuestra verdadera lucha, esa de la que hacernos cargo nos devolverá como resultado sentirnos libre, auténticamente libres.


Desarrollemos el ser para hacer mejor y también para ser mejor en todos los roles que ejercemos en todos los contextos donde nos desempeñamos. Integremos el ser al hacer porque  no podemos actuar aquello que no hemos integrado. Dejemos por un momento aquello en lo que tenemos fuerza y miremos nuestro espacio vulnerable, ese que nos hace humanos y crezcamos allí, en esa sensibilidad, consideremos lo que somos primariamente según nuestro desarrollo evolutivo, desarrollemos el ser emocional que nos mueve actuar y fortalezcamos nuestra manera y los resultados por el vivir que estamos creando. Formémonos para pensar y no para ser pensados, formémonos para sentir y para gobernar lo que sentimos! Creemos una nueva cultura volteando la mirada hacia aquello que antes no mirábamos, nuestro ser emocional e integrémoslo de manera consciente a nuestras prácticas y a nuestro vivir!