domingo, 22 de mayo de 2016

La alegría de ser triste...reivindicando a la tristeza

Hoy quiero compartir a través de éste medio, una reflexión que haría hace unos cuantos años al terminar de leer el libro: La ecología emocional, El arte de transformar positivamente las emociones de Jaume Soler y M. Mercè Conangla. Al leer este bello libro, muchas cosas hermosas ocurrieron y de lo que leía muchas me hicieron resonancia, dejo aquí la evidencia de lo que le ocurrió a mi tristeza.

Se me ocurre que ha de haber algo de alegría en la tristeza.. Si, hay alegría en la tristeza cuando aceptas que estar en ella te reporta beneficios...

El estar triste puede revelarte el grado de sensibilidad en el que vives,  lo hermoso de saber tu nivel de afectación por las situaciones  que te suceden; sobretodo cuando decides quedarte un rato con ella para saber cuál es el mensaje que te trae, a qué ha venido, cuál es el motivo o el propósito, el para qué de ese estado...

El estar triste te revela también tu capacidad de conexión contigo y lo importante de lo que ésta emoción te permite entrar a tu mundo reflexivo para conocerte mejor...

Entrar en la tristeza puede significar entrar desde ella facilmente a un estado de paz, a ese, que tanto anhela el hombre; ese estado de quietud en el que experimentamos tranquilidad, sosiego, no violencia, no agresión.

Estar en la tristeza es la pausa para mirar profundamente desde la conciencia, que el mensaje es soltar el apego y enterrar en nuestro corazón los más bellos recuerdos de la existencia que hayamos tenido junto a lo que hayamos perdido, es el único lugar seguro al que podremos acceder en la ausencia y que seguro generará en nuestro rostro una iluminada sonrisa. Desde este espacio hacer esto nos permitirá el contacto con nuestra fortaleza para continuar avanzando...

Y aunque la tristeza no sea un estado resolutivo y orientado a la acción es necesario para no perdernos de nosotros mismos... y desde ella reparar las energías perdidas y hacer los reajustes necesarios para proseguir...

Entonces si todo esto me lo permite la tristeza, que alegría es sentirla!, sentir  el vacío interno nos impulsa a actuar y para sentir el vacío la tristeza es el puente!

Reivindique la tristeza y ahora ella es de mi absoluta confianza, cuando llega a mi, me la siento, la distingo, la reconozco, me la vivo, me la aprovecho hasta el último momento porqué ahora sé para qué viene y estoy en ella solo lo necesario!!!