martes, 30 de abril de 2013

EL PRINCIPIO EQUILIBRANTE La sumisión como estrategia de apaciguamiento

En estos momentos en los que observamos el conflicto en las instancias más alta de poder en nuestro país, es inevitable como venezolana, no experimentar emociones. Ser observador pasivo de tal situación no es fácil cuando nos asiste el entendimiento y la sabiduría que con la edad vamos ganando.

Tener frente a nuestros ojos la demostración de los niveles más viscerales de actuación es triste cuando lo que está en juego son los valores, los principios que rigen la vida. En tal situación cabe preguntarse ¿qué sucede con el respeto al otro?, ¿qué ha sucedido con nosotros que dirimir las diferencias para generar una convivencia armónica y de paz no es posible?. ¿Qué es lo que nos ha corrompido tanto hasta olvidar que pertenecemos a un mismo suelo nativo?, ¿qué es lo que en esta afrenta estamos olvidando?

Walter Riso nos ofrece en su libro sabiduría de las emociones un cuento extraordinario. Leamos: “La sumisión es la mayor estrategia de apaciguamiento que conocen los sistemas vivos cuando están enfrentados a un depredador, llámese león, rinoceronte, papá, mamá, jefe, amigo, profesor, suegra o lo que sea. Si nos enredamos en una relación donde nos sentimos débiles e incapaces, y las enseñanzas sociales no son útiles, la biología se hace cargo. Si es necesario, la naturaleza asume nuestra supervivencia individual, pero sin descuidar lo colectivo. Cuando un lobo va perdiendo la pelea con otro lobo y entiende que ya no tiene posibilidades de ganar, el lobo perdedor ofrece apaciblemente la yugular al oponente, como si dijera: “perdí, acabemos esto de una vez”. Sin embargo, en ese momento tiene lugar lo increíble. El lobo ganador, inexplicablemente, se paraliza. Una fuerza milenaria le impide matar al que desde la humildad reconoce la derrota. Algún mecanismo primario, incrustado en el ADN o más allá de él, se dispara en el lobo ganador y le recuerda que la especie es más importante que el placer de eliminar al contrincante. ¡Qué maravillosa relojería instintiva! Nadie llamaría cobarde al lobo que se entrega, ni conmiserativo al que se paraliza, simplemente el milagro ocurre. Ni vencedores ni vencidos. Ambos lobos se alejan y la rueda de la vida continúa su ciclo. En otras especies como por ejemplo los pavos, se da el mismo principio equilibrante. El pavo en desventaja estira su cuello en el piso y lo expone pasivamente al rival para que lo acabe a picotazos. Una vez más, el artificio mágico de lo natural se hace sentir: el pavo triunfador detiene su acto depredador.

Algunos no ven la cosa tan parsimoniosamente. Por ejemplo, Konrad Lorenz opinaba que en realidad el animal “vencido” era el que controlaba la situación, porque era el que dominaba a su rival y que por lo tanto era el verdadero vencedor. Esto se conoce como la táctica del vencido. En sus palabras: “Un lobo me ha iluminado”. No se vuelve la mejilla al enemigo para que vuelva a golpear sino para imposibilitarlo de hacerlo”. Y mucho antes, en el siglo VI, Sun zu afirmaba: “El supremo arte de la guerra es dominar al enemigo sin luchar”. Esta táctica de poder animal se ha intentado trasladar muchísimas veces al mundo de los humanos, pero sin tanto éxito para la supervivencia individual. Ni los judíos con el holocausto, ni los líderes mencionados antes, Gandhi, Jesús y Martín Luther King, lograron sobrevivir, aunque dejaron huellas que aún perduran”.

Entender la sumisión dentro de un contexto diferente, en el espacio de que por encima de todo en un enfrentamiento lo prioritario es preservar la vida y proteger al otro sin eliminarlo, lo más importante en todo esto requiere de un cambio en nosotros. Cambio en nuestros paradigmas y conceptos, salir de modelos punitivos orientados al castigo, a la obediencia, al ganar y perder, es necesario que reencuadremos al conflicto conceptualmente también y que hallemos en él la oportunidad de ser y actuar diferentes, escalarlo es nefasto nos abre a la destrucción! Preservar nuestra especie hacerla sostenible lo innegable!

El cuento sabemos refleja el comportamiento animal, pero podemos obtener de él la sabiduría para obrar en este momento. Es necesario exponer al oponente nuestro cuello, no para que nos degollé, sino para qué se paralice, tanto ellos como nosotros pertenecemos al mismo suelo nativo, actuemos desde lo que nos une y no desde lo que nos separa, vayamos a un espacio de encuentro donde todos podamos participar sin temor y lo más importante, como en el cuento del lobo además de conservar la especie preservemos nuestra identidad, actuemos diferente esta vez para romper con las formas de actuar en el pasado. No es necesario exponernos y caer en los arrebatos emocionales que pudieran lastimarnos.

Pongamos nuestro cuello en señal de no lucha, de no guerra, de no conflicto, en protección de los nuestros, pero jamás depongamos el trabajo por reconquistar los valores que hemos perdido y que están operando como antivalor frente a nuestros ojos. La sumisión es una herramienta que usada inteligentemente puede servir de aviso para detener el simulacro de pelea o la pelea inminente antes de que alguien salga lastimado o se pierda humanamente.

Por amor a mi país y a los que en el vivimos y convivimos, difundamos PAZ!