jueves, 21 de octubre de 2010

Conflicto y oportunidad…

La palabra conflicto vive entre nosotros acuñada como un término al que nos referimos generalmente desde el espacio negativo y destructivo, cuando pensamos en el, lo que nos viene a la mente es: pugna, pelea, lucha, guerra, destrucción, desolación, pérdida, competencia, oposición, polarización, rivalidad, desacuerdos… podríamos seguir diciendo más, sin embargo la idea de este artículo que hoy les entregaré, es precisamente lo contrario; más bien el cómo podemos referirnos al conflicto como una oportunidad de cambio y crecimiento, como la oportunidad para ser y hacer diferentes, como un espacio más bien constructivo y edificante.

Para comprender un poco lo que es el conflicto desde una perspectiva diferente a la que estamos habituados por fuerza de los paradigmas en los que operamos al respecto es necesario e imperativo que nos detengamos a observar ¿cómo es que nos vivimos eso? Y que reflexionemos un poco acerca de ¿Qué es lo que lo origina? ¿Quiénes son actores de conflictos? ¿Cómo nos comportamos frente al conflicto? ¿Cómo lo abordamos? ¿Qué es lo que lo hace crítico? ¿Cuál es la cultura que lo reproduce en violencia y agresión? ¿En cuáles dominios de la vida se genera? ¿Cómo es que podemos convertirlo en oportunidad? ¿En oportunidad para qué?

Bien, comencemos pues a tratarlo. Ante todo debemos saber que el conflicto es consustancial a la vida humana, es decir, es inherente a nuestra naturaleza, no podemos desprendernos de la posibilidad de que no se nos presente. Somos seres de pensamiento dual y relativo y eso ya hace que en momentos se nos generen conflictos internos con nosotros mismos al confrontarnos con nuestros propios pensamientos, acepciones y experiencias, por un lado; por otro, vivimos embuídos en una forma de abordaje de conflictos que se corresponde con un paradigma adversarial, confrontador, punitivo, de litigio que se ha legitimado a través de prácticas sociales y de comportamiento recurrentes que han hecho de nosotros seres que convivimos en violencia y agresión cada vez mayores, como que si eso fuera lo normal y natural.

Muy grave es por supuesto esto último, ya la realidad nos esta diciendo a gritos que es necesario hacernos cargo de ella, pues estamos generando mecanismo de autodestrucción, una cultura que sea sostenible en el tiempo es aquella que no atenta contra la humanidad, es un imperativo asumir la responsabilidad de la crisis social en la que nos hemos metido y salvar entre todos al mundo, a la humanidad, al planeta. Pero, ¿Por dónde comenzar? Bien lo dice la carta de Constitución de la UNESCO al respecto: “Puesto que las guerras se originan en las mentes de los hombres es en las mentes de los hombres donde deben construirse las defensas de la Paz”

En este sentido es importante señalar, que es una prioridad asumir al conflicto de una manera constructiva y no adversarial, es decir movernos de paradigmas, cambiar las formas de pensar y luego de actuar, comenzar por definirlo y entenderlo como oportunidad, salir del litigio como manera de abordarlo, paradigma caracterizado en la cultura por frases “sálvese quien pueda”, yo gano tu pierdes, yo tengo la razón y tu no, yo sé de eso y tu no sabes, y que genera emociones como: inseguridad, miedo, contrariedad, rabia, frustración y que sostenido en el tiempo nos conducirá irremediablemente a la autodestrucción de la humanidad.

También es importante que nos demos cuenta que en principio los principales conflictos que necesitamos atender, son los propios, los personales y luego los de nuestra familia. Que nos entrenemos y sensibilicemos con respecto a lo que origina nuestros propios conflictos. Aprender a convivir es importante, construir nuestras relaciones desde un espacio de aceptación, tolerancia y comprensión, basado más que en enfrentamientos donde afloran las posiciones de cada quien, en observar más los intereses y necesidades que nos mueven a actuar para luego conseguir puntos comunes posibles de encuentro y formas de ganar ganar en las que ambas partes sientan atendidas sus necesidades, es el reto.

Instalar una cultura de paz, una cultura de resolución y abordaje de conflictos diferente exige de nosotros cambio de actitudes frente a nuestros problemas con la otredad. Sea esta una relación de pareja, hombre mujer; Padres, Mamá , papá e hijos; Jefe y colaboradores; amigos, ciudadanos.

No hay camino para la paz, la paz es el camino,
como decía Gandhi, construyamos ese camino, hagamos de nuestra convivencia en todos los niveles, una convivencia pacífica, aprendamos a vivir juntos en armonía, convivir es construir nuestras relaciones en todos los dominios desde la perspectiva de manejar constructivamente nuestros conflictos con nosotros mismos y con el otro.