domingo, 9 de diciembre de 2018

Cuando una mujer despierta…


Alguien a quien leía se preguntaba ¿qué pasa cuando una mujer retoma su poder? Y me quedé pensando…¿Qué pasa? Y me respondí y que es el poder en una que no sea otra cosa que tenerse a si misma desde la conciencia del ser quien es y no de aquello a lo que por un tiempo estuvimos condicionadas volviéndonos esclavas de lo que impedía realmente y genuinamente ser quienes queríamos ser.
Eso a lo que por alguna razón nos sometimos y sometimos a nuestros más puros y sagrados instintos; una creencia ajena, un deber social, una obligación, una moda, un rol, una cultura; todo lo que produjo una separación entre nosotras y el ser que somos cuando nos vivimos el mundo de la dualidad, ese que nos separa de lo divino.
Una mujer que retoma su poder es esa que, después de vivir tanto, o tan intensamente, se halla a si misma; se encuentra después de haberse perdido, se vuelve una con ella; se integra, ya su luz y su sombra no están separadas; al enterarse de quién es con cada experiencia, se vuelve entera, se vuelve una con ella y con la fuente de dónde vino.
Ya no hay más un estar inconsciente de sí misma, ahora está despierta y cada cosa que le ocurre pasa por el tamiz de su poder, el poder de estar consciente de ella y de todo lo que le pasa y para qué le pasa, sabe muy profundamente que necesita hacer con ello sin consagrarse como algo especial, porque entiende cómo separarse del ego que divide y la mantiene separada del ser.
Ama y entiende completamente qué amándose, puede amar todo, comprender mejor; puede sanar, liberar, unir y unirse, trascender sin miedo, sin temores porque su sabiduría es profunda, es una con todo. Entiende definitivamente que juega al juego de Dios y que ella es parte de su creación en el juego que protagoniza.
Encontré leyendo algunas cosas con las que resueno y que de alguna manera me inspiraron a escribir lo ya escrito para entenderlo mejor, lo cito ahora porque considero está escrito de una manera hermosamente poética y porque amplía lo que entendí:
“Cuando una mujer despierta, todo cambia en su mundo,   jamás será la que fue y dejará de existir a la forma en la que estaba amarrada, al menos, conscientemente. No aceptará nada menos que aquello que se acerque a la vibración en la que se desliza en  aquel no-tiempo  en donde ES.
Cuando una mujer despierta, comprende que ya no se es un acto humano, sino un SER humano experimentando la vida en cada milagroso instante, una vida donde es la contenedora de la espiral antes de la manifestación,  la luz y el vacío, el penúltimo eslabón. El cordón que la une al alma de la tierra y con ello,  si entra en el sueño de vivir, es capaz de escuchar las diversas  formas en que la consciencia se manifiesta; el canto del universo, el aleteo de la naturaleza en todas su esplendor, el bostezo de los bosques,  el alma inocente de cada  ser vivo que habita junto a ella.
Cuando una mujer despierta, ya no hay valle sagrado, ni canto de lunas llenas, ya no hay miedos que traspasar, feminidad que idolatrar, ni poderes sagrados que preservar. Tampoco éxtasis, ni gozo ni amor inconsciente. No hay llamada, ni murmullo, no hay valor que buscar…no hay nada ni nada importa más que el vuelo de un abeja.  ¿Por qué?  porque comprendió que  todo es sueño, sueño que te hace creer incluso que puedes ser una mujer loba que debe aullar, bailar y abrazarse o desnudarse ante la forma.
Cuando una mujer despierta, comprende. Es en los parpados cerrados de “Dios” y desaparece junto a “ÉL” hasta el nuevo ciclo, donde comenzará la infatigable tarea  de  parir una vez más este y otros tantos universos. Sin importar la forma,  dimensión o estado en el que SEA.
No es fácil vivir con ella, vaya que no…., ¿Cómo se abraza la sombra con la luz sin que uno de los dos desaparezca? , ¿Cómo has de vivir el deseo (amoroso), si el otro no comprende  que ella  es la escalera que “Dios” puso en su ADN (no su alma)  para que  el hombre pueda  llegar a ÉL?
Tal vez nos volvemos ermitañas, ¿raras?. Quizás parezcamos extraños seres ante una sociedad dormida, quizás…, todo puede ser, lo único que no puede ser, es que una mujer despierta se venda  ante el sueño de ser una forma existiendo en un  universo finito”.