domingo, 6 de junio de 2010

¿Hacemos el amor o estamos haciendo otra cosa?

Cada vez que he conversado con alguien acerca de hacer el amor, generalmente en el dominio en el cual cae la conversación inmediatamente es en el sexo, pareciera que esta frase esta acotada exclusivamente al dominio de lo sexual, pero yo pienso que no es así en su totalidad… Hoy escribiré para ustedes lo que ha significado para mí una búsqueda desde hace ya bastante tiempo. ¿Qué es al amor? Una abstracción difícil de comprender y que a veces no alcanzamos a experimentar… ¿Es el amor un sentimiento? ¿Un valor? ¿Es un estado? ¿Es la pasión que nos mueve? ¿Es el encuentro a dos? ¿Qué es hacer el amor? ¿vivir el amor? ¿Experimentar el amor?

Trataré de describir como lo he ido entendiendo sin pretender constituirme en una autoridad en ello, compartiré con ustedes mis reflexiones al respecto, es posible que puedan también ayudarme esta vez a explicar el fenómeno de amar y que al conjugarlo con la experiencia pueda revelarnos si realmente hacemos el amor, si amamos en realidad o si andamos haciendo otra cosa que no lo es…

Los seres humanos actuales pensamos que el amor es un sentimiento de atracción por el que abrazamos tan sólo lo que nos satisface, y dejamos de amar cuando sentimos molestia o incomodidad, de hecho cuando describimos nuestras relaciones amorosas, sean estas con nuestra pareja, nuestros padres, nuestros hijos o nuestros amigos lo hacemos destacando todas las cualidades positivas sin hacer mención de lo que no es tan positivo y que también forma parte de ese ser humano con el que compartimos. Me pregunto ¿Será que el amor es excluyente? ¿Será que amar es solo a la mitad de quienes somos? ¿Estamos amando plenamente cuando lo hacemos de esta manera?

Por otra parte vivimos diciendo que amamos o sentimos amor cuando nuestra pasión por alguien se desborda, cuando el pensamiento se nos nubla y nos entregamos a sentir el volcán de emociones que nos produce el deseo y la pasión desenfrenada, pretendiendo encontrar en ello la tan ansiada felicidad. Al respecto pienso que la diferencia entre el amor y la pasión es bien sencilla, como reza cierto anónimo con el que estoy de acuerdo… “la pasión busca siempre la felicidad en el otro mientras que el amor busca la felicidad del otro”. Para ello es necesario que como seres humanos seamos independientes, que sepamos que nuestros sentimientos no son de apego y dependencia y que nadie necesita de nosotros para ser feliz y viceversa, porque la felicidad yace dentro de cada quien. Así que nuestra mayor contribución para que el otro sea feliz es respetar su manera natural de ser legítima y su autonomía y ayudarle a ser libre de sus propias ataduras, a alcanzar su independencia. Como dice Ramayat en inteligencia del alma:
“Cuando tratamos soterradamente de que nuestros seres queridos nos “necesiten”, lo que estamos es anulando su autonomía y su independencia. La “necesidad” de algo o alguien es un estado mental que priva de opciones y señala esclavitud y dependencia. Si en vez de manipular, para que nuestro ser amado nos “necesite”, logramos que nos “prefiera”, o simplemente que nos “elija”, estaremos dando un gran paso, el paso que va de la atadura a una voluntad libre que opta”

Amar es entonces dejar libre y permitir que el otro sea, aún cuando esta persona este a nuestro lado, ayudarla a ser una persona libre. Libre de apegos y dependencias, libre de manipulaciones adversas a nuestra evolución y trascendencia como seres humanos espirituales.

Hacer el amor como lo he llamado o amar es un estado de conciencia en el que sentirse abrumado no cabe, en el que experimentar ansiedad y temor lo contradice, amar es ese estado en el que la armonía prevalece, en el que la paz y la tranquilidad aparecen para experimentarse sin sufrimiento alguno. Es el balance entre pensamiento y sentimiento, razón y afecto, cabeza y corazón…como dice M. Scott Peck : “El verdadero amor no es un sentimiento que nos abruma. Es un estado que se adentra en lo profundo de uno mismo y evoluciona hacia la conciencia integral.” Esa conciencia que equilibra, une o integra a nuestra pasión con nuestra razón para evitar que nos perdamos en el fuero de los sentimientos que cobrará un alto precio, más temprano que tarde, en forma de carencias y frustraciones típicas de aquellas relaciones en las que predomina la pasión y la fascinación completa, así mismo evitando que caigamos en el extremo contrario de dejarnos guiar exclusivamente por el mundo prosaico de la razón, que nos puede ahogar en un territorio de cálculos e intereses que nos adentra en un desierto ajeno a la sensibilidad y frescura de nuestra alma.

En un nivel más elevado, como dice M. Scott Peck : el amor supone una ola que emerge de la Infinitud interna y lleva consigo la Experiencia de Totalidad. En la comunión espiritual de dos seres, el vínculo está más allá de la pasión y la razón. El Amor con mayúsculas es un estado de conciencia que integra Eros y Thanatos, lo ascendente y lo descendente, el Cielo y la Tierra. Un encuentro que está más allá de cualquier forma de apego y que brota desde planos transpersonales en los que silencio es la pregunta y silencio es la respuesta. Con esta cita me pregunto entonces, ¿Será la expresión de amor más grande sentirse uno cuando estamos en pareja? ¿Será que es ese encuentro a dos en el sexo el momento en el que es posible hacer el amor más que el sexo? ¿Es posible eso? ¿Qué será necesario para lograrlo? Les propongo reflexionemos, preguntémonos e intentemos buscar las respuestas siempre para crecer, evolucionar, trascender.